jueves, 8 de julio de 2010

UN POEMA DE LENIN




Trastornados los elementos y los hombres,
Los corazones oprimidos por una inquietud oscura,
Jadeaban los pechos de angustia,
Resecas las bocas se cerraban.

Mártires por millares han muerto en las tempestades sangrientas,
Pero no en vano han sufrido ellos lo que han sufrido, su corona de espinas.

En el reino de la mentira y de las tinieblas,
Por entre esclavos hipócritas,
Ellos han pasado como las antorchas del porvenir.

Con trazo de fuego, con un trazo indeleble,
Ellos han grabado entre nosotros la vía del martirio,
Y en la carta de la vida, han estampado el sello del oprobio
Sobre el yugo de la esclavitud y la vergüenza de las cadenas…

Rosas rojas nacieron de la sangre ardiente,
Flores de purpura se abrieron,
Y sobre las tumbas olvidadas
Trenzaron coronas de gloria.

Tras el carro de la libertad,
Y blandiendo la bandera roja,
Fluían multitudes semejantes a ríos,
Como el despertar de las aguas con la primavera.

Los estándares rojos palpitaban sobre el cortejo,
Se elevo el himno sagrado de la libertad
Y el pueblo canto con lágrimas de amor
Una marcha fúnebre para sus mártires.

Era un pueblo jubiloso,
Su corazón desbordaba de esperanza y de sueños,
Todos creían en la libertad que venía,
Desde el sabio anciano hasta el adolecente.

Pero el despertar sigue siempre al sueño.

La realidad no tiene piedad.

Y ala beatitud de las ensoñaciones y de la embriaguez
Sigue la amarga decepción.

Las fuerzas de las tinieblas se agazapaban en las sombras,
Reptando y silbando en el polvo.

Esperaban.

Y repentinamente hundieron sus dientes y sus bocas sucias,
Bebían la sangre calida y pura,
Cuando los inocentes amigos de la libertad,
Agotados por penosas caminatas,
Fueron cogidos por sorpresa, somnolientos y desarmados.

Se esfumaron los días de luz,
Los reemplazo una serie interminable y maldita de días negros.
La luz de la libertad y el sol se extinguieron.
Una mirada de serpientes acecha en las tinieblas.

Los asesinatos crapulosos, los pogromos, el lodo de las denuncias,
Son proclamados actos de patriotismo,
Y el rebaño negro se regocija con un cinismo sin freno.

Salpicada con la sangre de las víctimas de la venganza,
Muertas de un pérfido golpe
Sin razón ni piedad,
Victimas conocidas y desconocidas.

En medio de vapores de alcohol, maldiciendo, mostrando el puño,
Con botellas de vodka en las manos, multitudes de granujas,
Corren, como tropel de bestia,
Haciendo sonar las monedas de la traición,
Y bailan una danza de apaches.

En el combate desigual
Cayeron victimas sin nombre por la liberación del trabajo.
Sus miradas llamean de amenazas…

¡Marchad, marchad, campesinos!
Vosotros no podéis vivir sin la tierra.
¿Os estrujaron los señores,
Os oprimirían aun por mucho tiempo?

¡Marchad, marchad, estudiantes!
Muchos de vosotros serán sagrados en la lucha.
¡Cintas rojas envolverán los ataúdes de los que hayan caído!

¡Marchad, marchad, hambrientos!
¡Marchad, oprimidos!
¡Marchad, humillados,
Hacia la vida libre!

¡El yugo de las bestias reinantes es nuestra vergüenza!
¡Expulsemos a las ratas de sus madrigueras!
¡Al combate, proletario!
¡Abajo todos los males!
¡Abajo el zar y su trono!

Ya brilla la aurora de la libertad estrellada
Y expande su llama.
Los rayos de la felicidad y de la verdad
Aparecen ante los ojos del pueblo.
El sol de la libertad
Nos ilumina a través de las nubes.

Extirpemos de la raíz
El poder de la autocracia.
¡Morir por la libertad es un honor,
Vivir en las cadenas es una vergüenza!
Echemos por tierra la esclavitud,
La vergüenza del servilismo.
¡Oh, libertad, dadnos
La tierra y la independencia!


Gregory Alexinsky

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